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viernes, junio 25, 2010

Que vengan los que nos quieren a la marcha por el matrimonio gay, por Patricia Kolesnikov




El lunes a las 18, en Congreso, hay una marcha para apoyar la reforma de la Ley de Matrimonio, de modo que las parejas de personas del mismo sexo podamos casarnos. O podamos elegir no casarnos, como cualquier hijo de vecino.

Yo voy, pero no alcanza. Nuestras hermanas, nuestros hermanos, nuestras mamás, nuestros papás, ¡nuestros hijos!: vengan. Vengan nuestros amigos. Vengan los que bailaron en nuestro patio en los últimos cumpleaños. Los que vinieron a ver los partidos a casa. Los que nos trajeron los chicos para que los cuidáramos. Los que comieron pastrón y estofado de asado en nuestra mesa. Vengan conmigo.

No dejen que nos insulten, no dejen que nos digan que no podemos hacer cosas que ustedes pueden, no permitan que insinúen que nos vamos a bajar a cualquier mujer/niña/niño/varón que se cruce, no dejen que nos digan que no podemos criar chicos porque mirá si salen como yo. ¿Por qué no querría un nene, una nena, ser como yo? ¡Si soy feliz!

No dejen que me hagan pagar más impuestos porque no soy "casada", que Visa le niegue mi Assist Card a mi mujer porque no es "cónyuge lega"l, que la Embajada norteamericana no nos deje pedir la visa juntas. No dejen que nos afanen. ¿O ustedes no nos defenderían de cualquier chorro?

Esto, el matrimonio, no arregla los prejuicios, no impide que cualquier cagón le diga "maricón" a alguien para decirle "cobarde" ni que a una nena que se trepe a los árboles y se embarre la amenacen con la palabra "machona". No arregla eso, pero nos ayuda a vivir. Les cuento una: durante un año, Medicus ignoró mi pedido de afiliación con mi pareja, a través de la obra social. No nos decían que no ni que sí ni después vemos: no nos contestaban. Pusimos un abogado y terminamos en mediación. Ahí concedieron todo (mi mujer, nuestra hija, el nene no porque era mayor de edad) en un minuto. ¿El argumento del abogado de ellos? "Con la ley que acaba de salir (se había sancionado la Unión Civil) seguro ganan en cualquier juzgado".

Después, igual hay que irle a decir a la ginecóloga que si no uso ningún anticonceptivo no tiene que deducir que no tengo relaciones sexuales. Hay que ir a decirle al del hotel que aunque seamos dos mujeres queremos una cama matrimonial, hay que insistir cuando igual no te la dan, hay que pelearse hasta que te la den y en una habitación que no de a los tachos de basura (nos pasó). Igual hay que bancarse el miedo que contar una buena historia de amor nos deje sin laburo. O la frustración de fingirse sola/o por si acaso. Igual hay que aguantar la certeza con que Hanglin dice "matrimonio es un hombre y una mujer" como si eso fuera un argumento y no una opinión como la mía: un matrimonio son dos personas con un contrato. Porque acá no estamos hablando de amor ¿no? ¿O cuál de los miles de matrimonios arreglados, por guita, por papeles, por escaparse de la casa, compite con mis 15 años de amor? A los heterosexuales nadie les pregunta si se aman, si se van a reproducir, cuantos espermatozoides por centímetro cúbico tiene él, cómo anda ese útero, cuántos días hace que se conocen... nada. Quiero la misma indiferencia: que el Estado salga de mi cama.

Así que vengan, por favor, los que nos quieren. No nos dejen solos. No dejen que ellos, los malos, piensen que esto no afecta más que a una minoría, vengan a decir que somos muchos los afectados por la marginación. Vengan el lunes a las 18 al Congreso. Porque somos muchos, pero somos pocos.


Patricia Kolesnikov
Buenos Aires

publicado en Facebook el 24.06.10